Castillo del Cerro de San Cristóbal
Castillo del Cerro
Crónicas de San Cristóbal, Ramón Puello Báez
La historia del denominado «Castillo del Cerro» se ha contado de diferentes maneras. Una de las versiones más socorridas es la que el propio régimen trujillista ofreció en el famoso «Foro Público» donde criticó la obra.
Otra fue la que explicaron antes de morir los responsables de ejecutarla y sostienen sus descendientes.
Por mucho tiempo la historia de esta controversial edificación se contó afirmando que al final de la década de los 40 los directivos del Partido Dominicano, organización política fundada por Trujillo y que fuera un eficaz instrumento para apoyar su régimen, acordaron obsequiarle a su líder un Castillo, para conmemorar el vigésimo aniversario de la fundación de la entidad partidaria.
El Castillo se edificaría en la cima de uno de los cerros de San Cristóbal, y le serviría de residencia a la familia Trujillo.
La obra le fue confiada al ingeniero Henry Gazón, que debía diseñar un edificio que semejara los palacios europeos donde residieron los grandes monarcas, de acuerdo a las instrucciones recibidas por los auspiciadores de la obra.
Gazón fusionó una serie de elementos arquitectónicos, logrando el diseño de una edificación que resultó una mezcla de líneas semi-clásicas con detalles modernos en el exterior y barroco en el decorado interior.
A la edificación se le llamó “El Castillo del Cerro”, por sus características y su ubicación, ya que fue construido en uno de los cerros más altos de los que bordean el valle sancristobalense, situado en la parte suroeste, distante a unos tres kilómetros de la ciudad para ese entonces.
Su área original era de cinco mil metros cuadrados aproximadamente, El lugar había sido sugerido, de acuerdo a testimonios recogidos por el autor, por Don Ramón Díaz, un destacado músico y compositor, creador de la banda de música del ayuntamiento local en 1933, autor de la música del himno del Partido Dominicano y de la entonces Universidad de Santo Domingo.
El edificio fue vaciado totalmente en hormigón armado, con muros que miden sesenta centímetros de espesor, y se utilizaron modernos materiales de la industria de la construcción, como “la perrilla”, que ya se había aplicado inicialmente en la construcción de la nueva iglesia.
La edificación, de siete niveles, costó cinco millones de pesos, una suma muy elevada, si se comparan los costos de la construcción para la época.
La versión que siempre se ha repetido sobre esta historia, es que cuando la edificación estuvo lista, se le comunicó a Trujillo para que fuera a verla, lo que hizo el dictador en compañía de varios funcionarios, entre los que se encontraba Manuel de Moya Alonso, cercano colaborador.
Existe la versión de que De Moya Alonso asesoraba al “Jefe” en muchos detalles, como el buen vestir y las buenas maneras, ya que era un hombre de mucha mundología, que acostumbraba a codearse con personalidades de la vida empresarial y diplomática de Washington y Europa.
Se ha contado que, tras concluir el recorrido por el “Castillo”, en cuyo trayecto De Moya Alonso hizo algunas críticas y comentarios desagradables sobre numerosos detalles arquitectónicos y decorativos, éste le dijo a Trujillo: “Jefe, estoy seguro de que un hombre de su gusto, no habitaría nunca un adefesio como el que se le ha construido para que sirva de residencia para su familia”.
La misma versión señala que Trujillo no tuvo reacción de inmediato a la observación de su acompañante, pero se le notó visiblemente perturbado y molesto cuando abandonaba el edificio.
A partir de ahí, se inició la desgracia de todos los que estuvieron involucrados en el proyecto.
El enojo del dictador provocó la publicación de un célebre “Foro Público”, despotricando contra los personajes responsables de la edificación, principalmente contra Don Virgilio Álvarez Pina (Don Cucho), a la sazón presidente del Partido Dominicano, y el ingeniero Henry Gazón Bona, que realizó el diseño y construyó la edificación, aunque la ríspida publicación en ningún momento los menciona por sus nombres.
El “Foro Público” era una sección del periódico estatal El Caribe, utilizado como una tribuna para hacer señalamientos, acusaciones y críticas a los funcionarios y a los ciudadanos.
Era un instrumento político, una especie de paredón moral, donde se practicaba el chisme y se exponía a los allí mencionados al escarnio público.
La sociedad dominicana sabía que los señalamientos que allí se nacían, partían del mismo Palacio Nacional y tenían el visto bueno de Trujillo.
Obviamente que Trujillo no escribía los foros, se dice que los sugería. Incluso se afirma que llegó a dictar algunos.
El “Foro Público” que trató el caso del Castillo del Cerro, fue publicado el 11 de noviembre de 1950, nada más y nada menos que en la portada del diario y en sus columnas centrales, con el fin de destacar la información, lo que se hacía por primera vez. Llevaba el título “Casa de Orates en el Cerro”.
El primer párrafo decía: «El Caribe se haya en condiciones de informar que el señor Presidente de la República, Generalísimo Doctor Rafael Leónidas Trujillo Molina, visitó en la mañana de ayer por primera vez, e1 edificio que se construye en e1 sitio conocido como «El Cerro», en las cercanías de la ciudad de San Cristóbal, habiendo quedado, de acuerdo con informaciones dignas de crédito completamente avergonzado de tal edificación, que se encuentra, en todos los sentidos muy por debajo de los niveles establecidos, en el transcurso de la presente Era, para la erección de obras de esa naturaleza.
Siempre se ha dicho que una de las cosas que más enojó al dictador durante su visita al edificio, me el hecho de que los ascensores no funcionaran, lo que denotaba alguna deficiencia en los mismos.
La parte decorativa del “Castillo del Cerro”, había dejado también su impronta el artista español José Vela Zanetti, un refugiado de la Guerra Civil Española, que residió en San Cristóbal durante algunos años, coincidiendo su estada en la población con la etapa constructiva que se desarrolló durante ese tiempo.
Hasta el mural pintado por Vela Zanetti en el comedor del edificio (no en un dormitorio, como señala el Foro Público) tuvo sus críticas adversas, ya que se trataba de una escena típica dominicana, donde algunas parejas, que deberían lucir alegres mientras bailaban un merengue interpretado por un “perico ripiao”, lucen tristes, como impregnados de una gran melancolía.
Se dice que los adulones de Trujillo le comentaron que esas expresiones de la gente del pueblo eran un mensaje subliminal de crítica a su régimen, ya que los rostros de aquella gente denotaban disgusto colectivo.
El Foro Público no mencionó el nombre de Vela Zanetti, pero le hizo las siguientes críticas a su obra: «En relación con el decorado del edificio, se ha hecho de conocimiento de El Caribe que este es, sencillamente, extravagante. En una de las habitaciones destinadas a servir de dormitorio se pintó un mural que trata de representar el típico baile de merengue, pero tan desafortunadamente realizado que lo único que pone en evidencia es la falta de gracia y la carencia de sentido artístico de su autor que, para colmo, lo rodeó, por todos lados, de flores de muy dudoso gusto.
Las cosas no resultaron buenas a partir del “Foro Público” para Vela Zanetti. Siempre se dijo que las críticas a su obra artística, en el caso de “El Castillo del Cerro”, constituyó uno de los motivos que le impulsaron a marcharse del país.
Corno era de esperarse, el artículo fue utilizado para elogiar las virtudes del régimen de Trujillo, sus excepcionales condiciones como gobernante y buen administrador de los recursos del Estado. Así, tras criticar el despilfarro que se entendía había ocurrido en aquella construcción, se hacía énfasis en salvar la imagen del Jefe reiterando que: «fue una situación creada a sus espaldas, por unos cuantos elementos deseosos solo de acrecentar, no importa los medios empleados, sus peculios personales».
El 15 de noviembre, tres días después del “Foro Público”, en el mismo diario El Caribe, apareció un reportaje con el título: “En el Cerro no se puede instalar ni el manicomio”. El subtítulo decía “el Secretario Brouwer así lo ha declarado”. Este reportaje incluía 11 fotografías de detalles de la edificación, cuyos pies de roto estaban cargados de una gran ironía, ridiculizando cada detalle.
Entre otras cosas decía “El autor de los planos parece haber sido un tipo esquizofrénico, obsesionado por la idea fija de los barcos. Toda la inmensa mole del edificio, con sus cinco pisos y su elevado mirador, dan la impresión de la popa de un gigantesco barco. Hacer la descripción de este edificio, donde se ha gastado una fortuna fabulosa, es sencillamente imposible. No existen palabras para describir tan total ausencia de sentido del arte y de la probidad.
Tras la publicación del “Foro Público”, el Estado procedió a congelar las cuentas bancarias del ingeniero Henry Gazón, que se encontraba en Nueva York interno en un hospital, medida que le ocasionó serios problemas económicos, teniendo que valerse de amigos para atender los gastos.
Por su parte, Don Cucho Álvarez Pina, presidente del Partido Dominicano, fue destituido del cargo y nombrado diputado, cargo de donde fue sustituido a los pocos días, cayendo en desgracia durante algún tiempo.
La otra versión
Se dice que lo que provocó la reacción de Trujillo fue el hecho de que cuando la edificación estaba prácticamente terminada, visitó el país un periodista del importante semanario Times de los Estados Unidos y realizó un reportaje sobre la República Dominicana con el título: “Dictador se hace construir un palacio de 5 millones en el Caribe”.
El reportaje cuestionaba al gobierno de los Estados Unidos, al que se le preguntaba que cómo era posible que se le prestara ayuda anual por 1 millón de dólares a un gobierno que construía un palacio por cinco millones, en un país pobre.
Todo parece indicar que esta fue la principal razón para el escándalo que provocó Trujillo con la construcción del “Castillo del Cerro”, y no la que se argumentó para consumo nacional, que fue la del disgusto de Trujillo por las líneas arquitectónicas y la recargada decoración del polémico edificio.
Los familiares de Virgilio Álvarez Pina (Don Cucho), revelaron que antes de morir en la noche del 28 de mayo de 1978, éste había dejado un relato grabado en cinta magnetofónica, donde se defendía de las imputaciones que se le hacían en el “Toro Público” y aclaraba y precisaba algunos detalles de éste histórico caso.
En el periódico Hoy, cuyo director ha sido desde su fundación el señor Mario Álvarez Dugan (Cuchito), hijo de Don Cucho, se publicó el 30 de octubre de 1998, un reportaje, que indica que su contenido es una “revelación”, y se titulaba: “Trujillo dispuso la construcción de El Cerro, la supervisó y varió el diseño original”.
Aunque el reportaje no tiene la firma de su autor, se supone que el mismo era escrito por “Cuchito”, apodo con el que se le llama afectivamente al destacado director del diario.
En dicho reportaje, se ofrece por primera vez la versión transcrita de las declaraciones que dejara para la posteridad Álvarez Pina, defendiendo su honra ante el escarnio público al que fue sometido con las acusaciones contenidas en el “Foro Público”.
En esa “revelación”, Don Cucho Álvarez Pina cuenta cómo nació la idea de construir “El Cerro”, lo que aconteció -según su versión- durante un almuerzo que ofrecía Trujillo a un grupo de amigos, en su casa de la Hacienda Fundación, al cual asistió en su condición de presidente de la Junta Central Directiva del Partido Dominicano.
“Mientras se hablaba de generalidades – cuenta Don Cucho- el Jefe llamó mi atención sobre la belleza de un cerro en las afueras de San Cristóbal. Lo conozco, le dije, acuérdese que usted mismo me lo mostró hace poco cuando subimos a caballo basta allí”.
“Es verdad, comentó Trujillo y a seguidas me ordenó: quiero que hables con Gazón (se refería a Henry Gazón), arquitecto de renombre que trabaja bajo mis órdenes, y le digas que quiero que me prepare los planos de una gran casa para yo vivirla con mi familia en El Cerro, y que lo haga sin escatimar gastos, porque esa casa me la regalará el partido”.
“Muy bien, Jefe, le contesté, sus órdenes serán cumplidas al pie de la letra”.
“Visité a Trujillo y le mostré los diseños preparados por Gazón”. “Los observó uno por uno y separó los dos que más le gustaron”. “Déjamelos ahí, me dijo, quiero que María los vea antes de tomar una decisión final.”
Un día, mientras se encontraban solos, de nuevo en la Casa Caoba, le preguntó acerca de los bocetos y que Trujillo le contestó: “Sí, los tengo casi listos, es que María le está naciendo algunas observaciones al que más le gustó, que es el que parece un castillo”.
Luego de varios días —señala Don Cucho— Trujillo le pidió que fuera a su despacho en compañía de Gazón, y que ya en presencia del Jefe, éste mostró un boceto lleno de correcciones y notas que le había hecho su esposa.
Indica que Gazón pidió permiso para visitar a la esposa de Trujillo con la finalidad de discutir personalmente las alteraciones y adiciones al proyecto, a lo que Trujillo accedió, concertando una cita entre doña María y Gazón para el día siguiente.
Cuando los planos estuvieron listos, fueron llevados a Trujillo, quien a su vez se los mostró a su esposa, y al cabo de algunos días para su ejecución.
A principios de 1949 se inició la obra, y cuenta Don Cucho, que a los planos se le hicieron constantes cambios y adiciones, lo que provocó que la construcción que finalmente se terminó, distara mucho de lo que se concibió originalmente.
Afirma que Trujillo visitaba frecuentemente la obra y dejaba sus instrucciones con los capataces sobre cosas que se debían corregir.
“Una vez hizo tumbar una pared interior porque se encontró el salón que la dividía muy pequeño, en otra ocasión instruyó al encargado de la obra para que abriera dos ventanas en un corredor, pues se encontró con que el mismo era muy caluroso”.
Sobre las visitas de la esposa de Trujillo a la obra, revela que lo hizo en sólo dos ocasiones. Cuenta, que a finales del mes de noviembre de 1950, la esposa del dictador visitó el Cerro en compañía de varias amigas y familiares y la opinión surgida fue desastrosa, ya que la generalidad de sus acompañantes encontró la mansión sobrecargada y de mal gusto arquitectónico.
Finalmente cuenta que la obra estuvo terminada para principios de 1951, pero la esposa de Trujillo se negó a ir a verla.
Dice que el día de la inauguración Trujillo recorrió la mansión sin pronunciar palabras. Al final se detuvo en la habitación que le estaba destinada y comentó: ¿Quién ha visto una habitación con tantas puertas?
Quise decirle que el diseño de esa habitación había sido de su exclusividad, pero preferí callar.
Ya en el vestíbulo, listo para retirarse, Trujillo se dirigió a Anselmo Paulino y le comentó: Anselmo, ¿que te parece este disparate? Jefe, contestó el intrigante funcionario, “esto es una Casa de Orates”.
Señala Don Cucho que a los pocos días de aquel episodio, fue destituido como presidente del Partido Dominicano y pasó a ocupar una curul en el Congreso como diputado representante del Distrito Nacional, lo que entendía era una señal de estar en franca desgracia política.
Expresa que de ahí en adelante empezó un largo calvario que duró más de dos años y que significó prácticamente su reclusión doméstica voluntaria durante ese período. “No duré ni dos meses como diputado”.
“Un día al llegar a la Cámara, me encontré con mi sustituto. Fui a casa, se lo comuniqué a mi esposa e hijos y acepté resignado mi desgracia”.
En 1972 el «Castillo del Cerro» fue arrendado por el gobierno del Dr. Joaquín Balaguer al pelotero Ricardo Carty, quien junto a inversionistas estadounidenses invertiría 100 millones de dólares para convertir el lugar en un hotel turístico.
El “Castillo del Cerro” permanece abandonado desde entonces y se ha ido deteriorando con el paso del tiempo.