Osvaldo Bazil
San Cristóbal, sus raíces, evolución y destino, Sócrates Barinas Coiscou
El día nueve del mes de Octubre del año 1884, nació en San Cristóbal Osvaldo Bazil, poeta universal. Nació para cantar como el ruiseñor que llena con su musicalidad los bosques tropicales, libre de las ataduras de clásicas rimas y compases que encadenan el verso.
Cuando en 1888, desde Chile, Rubén Darío con «Azul», rompió parámetros de lo que puede considerarse como Poesía Clásica y le dio un nuevo sentido a la belleza, ya Osvaldo Bazil expresaba su emoción estética con un ritmo personal inconfundible y una incontrolable vocación a la tristeza. Tristeza por cuantos no saben interpretar el canto de los pájaros. Tristeza por los que no saben de nostalgias de amor. Tristeza por los que no saben regalar una sonrisa o compartir una lágrima y Osvaldo Bazil, por encima de su admiración a Rubén Darío, cantó a su manera.
Nadie como mi difunto e ilustre amigo Don Max Henríquez Ureña para decirlo con mayor propiedad: «Osvaldo Bazil fue uno de los pocos poetas que en su generación militaron desde un principio en las banderas del modernismo: esto se advierte desde los indecisos primeros pasos de su libro.»Rosales en Flor», publicado en 1906″.
Cuando Osvaldo Bazil, el 10 de septiembre de 1910, conoce a Rubén Darío en La Habana, entusiasmado escribe: «Cátala anuncia la llegada de Rubén de seis a siete de la mañana, hora absurda e inconcebible para las estrellas y para los poetas. Pero ese día había estrellas rezagadas en el cielo para verlo llegar y poetas sin dormir que esperaban al poeta principal».
Rubén Darío paga el elogio en el prólogo de «Campanas de la Tarde» cuando expresa:»… ¿qué canta este bizarro lírico en plena juventud? Lo que conviene, lo que corresponde: la alegría de vivir, las esperanzas y el milagro de soñar. De cuando en cuando, puesto que también en primavera hay crepúsculos, alguna vaga nota elegíaca. …saudades por la amada, que está lejos; endecasílabos que dicen el éxodo de un perfume o melancólicas asonancias que hacen entrever con visible exageración romántica muchas tumbas en el alma» .
Rubén Darío atormentado y desesperado bohemio trotador de mundos, tenía que admirar a aquel fino, pulcro sereno y decente trasnochador dominicano que se llamó Osvaldo Bazil.
A las amabilidades de Rubén, Bazil responde trazando para las generaciones del futuro el más vivo retrato escrito que se haya hecho de persona alguna: » El Rubén que vi ante mí» era así: pálido, marfilina el color, alto, grueso, abdomen abadial, ojos chicos y vivos casi mongólicos, escrutadores. Sus ojos preguntaban lo que la boca callaba. Manos magníficas, dedos finos y tenuemente rosados. Era un hombre mas bien feo, pero no se le veía la fealdad, sin duda, porque la ocultaba la luz espiritual que emanaba de su personalidad. Se sentía ante él, al minuto, la impresión de estar delante de un hombre de genio».
Para corresponder a una amistad sincera y cordial y a un nuevo sentido y forma de interpretación de la emoción y la belleza, en 1906, Osvaldo Bazil desborda su admiración por Rubén Darío, con un poema escrito con la misma orquestación rubendariana:
Pasional y devoto de tu fuente sagrada,
alabo los prodigios de la triunfal cascada,
que salta y bulle y canta en tu jardín de amor,
en donde deposita sus oros la mañana,
sus ópalos la luna, compasiva y lejana,
y sus altas tristezas el viejo ruiseñor.
¡A pesar de tus Cantos de Vida y Esperanza,
y tus Tierras Solares, donde el amor alcanza
entre líricos remos bajo un fragante tul,
a pesar del encaje de tus Prosas Profanas ,
y del sueno que cantan tus viejas Caravanas,
el corazón no olvida tus paginas de Azul.
¡Oh Maestro y divino señor Rubén Darío!.
¡El alma de las rosas se colma de rocío,
y el vino de tus viñas de un sol de juventud;
descienden los rosales de tu azul primavera,
mientras pasa la gloria, tal como una bandera,
por sobre los asombros de la gran multitud! …
Arcos Votivos», publicado en La Habana en 1907, reafirma su condición excepcional de poeta modernista. En «Remos en la Sombra» sigue siendo en el revuelto Mar de los Amores, cor un rosado anzuelo, tirado al fondo de las aguas, para pescar tristezas.
Cuando en 1960 el «lnstituto de la Poesía» que presidía en San Cristóbal el insigne poeta Domingo Moreno Jiménez le rindió un homenaje a Osvaldo Bazil.., después que Melba Marreno de Muné, una grande, exquisita y fina poetisa dominicana declamó un bello poema, en honor a Osvaldo Bazil, el autor de “San Cristóbal, sus raíces, evolución y destino” recitó el siguiente soneto:
LA ÚLTIMA CITA
Tras de la amada en dulce romería
recorrió mil caminos, sin desvelo;
y le confió al mar, al bosque, al cielo,
su honda esperanza de encontrarla un día.
Desesperó el poeta. Parecía
inútil todo afán y todo anhelo
y el corazón, de angustia y desconsuelo,
enfermó de mortal melancolía.
La que no ha de faltar llegó en la noche…
Con sus delgadas manos abrió el broche
de su negro ropaje. En sus crespones
cubrió muy lentamente al bien amado
y tomó, con su cuerpo aprisionado,
¡la rota azul de las constelaciones! …
Osvaldo Bazil murió en Santo Domingo el día 5 de Octubre de 1946.Fue gloria dominicana y orgullo de San Cristóbal.
PEQUEÑO NOCTURNO
Osvaldo Bazil
Ella, la que yo habría amado tanto,
la que hechizó de música mi alma,
la que más blando susurra de égloga,
derramó en el azul de mis mañanas,
me dice con ternura que la olvide,
que la olvide sin odios y sin lágrimas.
Ella, la que me ha dado mis ensueños
y más noches amargas,
se aleja dulcemente,
como una vela blanca.
Yo, que llevo enterrado tantos sueños,
que cuento tantas tumbas en el alma,
no sé por qué sollozo y por qué tiemblo
al cavar una en mis entrañas.