Nigua, Fuente de la Historia, Andrés Ramón de las Mercedes
Un territorio costero a la Mar Caribe del municipio cabecera de la provincia San Cristóbal adoptó por nombre el vocablo indígena «Nigua», que le fue atribuido a uno de los ríos de la vertiente sur de la República Dominicana.
Por su proximidad a la ciudad de Santo Domingo, capital de la República, y por la propia dinámica de su desarrollo, ha sido escenario de hechos históricos relevantes enmarcados en distintos procesos que se han desencadenado desde la conquista y colonización de la isla hasta el presente.
Para el caso de la República Dominicana el término «Nigua» asume al menos cuatro acepciones: insecto que se introduce bajo la piel y las uñas de los humanos, causándoles ardor intenso.
El historiador Sócrates Barinas Coiscou asocia el término “Nigua” a la casaya, pequeña fruta poco conocida en el valle. Río de la vertiente sur que nace en la Cordillera Central en las inmediaciones del paraje El Guineo en el municipio de Cambita Garabitos y desemboca en el Mar Caribe (y río de la vertiente norte afluente del Yuna que atraviesa el municipio de Castillo en la provincia Duarte).
Territorio de distintas demarcaciones de la República Dominicana.
Al pretender desentrañar los acontecimientos históricos acaecidos en lo que es Nigua en la actualidad, al investigador se le dificulta, porque desde el siglo XVI hasta los primeros cinco años de la tercera década del siglo XIX se conocía con el nombre de «Partido de los Ingenios de Nigua el espacio de la región sureste del país comprendido desde el este hacia el oeste entre los ríos Jaina y Nizao, limitado al norte por la Cordillera Central y al sur por el Mar Caribe.
Por eso, cuando en alguna de las fuentes se hace referencia a Nigua, el acontecimiento de que se trate si corresponde a ese período pudiera haber ocurrido en algún lugar de la provincia San Cristóbal distinto del actual distrito municipal San Gregorio de Nigua que está limitado al este por el arroyo Itabo, al oeste por el arroyo Agua Dulce y las secciones Ingenio Nuevo y Sainaguá, al norte por Arroyo Seco y la sección Hatillo y al sur por el Mar Caribe.
Nigua, contenido de la historia universal
Nigua se insertó en la Historia Universal con el inicio de la industria azucarera colonial que fue la actividad económica en torno a la cual se legitimaron las relaciones de producción esclavistas a partir de 1515, luego del fracaso de la factoría colombina seguido por la decadencia de las encomiendas.
La industria azucarera colonial ha sido abordada ampliamente por diversos historiadores nacionales y extranjeros.
El seguimiento a las obras de éstos permite establecer que la producción de azúcar se inició por Nigua y que el gran artífice de ésta, para el caso del país y de toda América, fue el Bachiller Gonzalo de Velosa, quien era un encomendero y sopesó que la industria azucarera podía ser exitosa, pues en los años inmediatos a 1,515 los precios del azúcar en Europa se habían incrementado.
Por eso se arriesgó en una inversión que incluyó la importación de expertos (maestros) desde las Islas Canarias para dedicarlos a la tarea de producir azúcar en el primer trapiche que conoció el nuevo mundo.
El trapiche de caballos instalado en Nigua constituyó en su momento el más moderno establecimiento industrial de América, aunque por breve tiempo; ya que el propio Gonzalo de Velosa, asociado a los hermanos Cristóbal y Francisco de Tapia construyó en la Jagua de Yaguate un ingenio hidráulico que luego fue reubicado a orillas del río Nigua tras ser vendida la parte de Velosa a los hermanos Tapia, Cristóbal vendió su parte a Juan Viloria, quien a su vez la vendió, quedando finalmente como único dueño Francisco de Tapia.
La instalación del primer trapiche resultó muy oportuna; con el mismo, la situación socioeconómica, política y demográfica que prevalecía en la isla encontró una vía de solución. Desde finales de la primera década del siglo XVI distintos grupos de españoles habían estado saliendo de la isla, incluso llevándose indígenas encomendados; la fuerza de trabajo comenzó a escasear, sectores españoles encabezados por los frailes Dominicos expresaban públicamente sus protestas por las atrocidades y malos tratos que recibían los indígenas, el oro escaseaba y sobretodo , las condiciones en que la corona española se vio obligada a designar a Diego Colón Gobernador y Virrey, propició que ésta tomara medidas tendentes a ir limitando sus poderes; no sólo se designó a un Tesorero Real considerado de la más absoluta lealtad a la monarquía y se creó la Real Audiencia; también se despojó a Diego Colón de la facultad para repartir los indígenas; siéndole conferida a Rodrigo de Alburquerque.
Esta era, sin lugar a dudas, la función principal del gobernador de la isla, ante la escasez de oro.
De nada valían las tierras sin la fuerza de trabajo para ponerlas a producir en momentos en que grupos de españoles conquistaban otras tierras del continente y abrigaban la Idea de obtener riquezas extraordinarias.
El éxito del trapiche de Velosa propició el inicio de un acelerado proceso de industrialización que le imprimió una dinámica sin precedentes a la colonia «La Española», que sólo sería superada a partir de las tres últimas décadas del siglo XIX.
Las condiciones que determinaron un cambio sustancial en la composición étnica de la isla se cristalizaron con la proyección que alcanzó la industria azucarera y a partir de ese momento con sus altas y sus bajas esta industria siempre ha estado presente en el aparato productivo del país.
Los indígenas, que durante la factoría colombina y las encomiendas, habían estado al servicio de los españoles, en la búsqueda del oro y en labores agrícolas y domésticas y que aportaron la primera fuerza de trabajo a la industria azucarera colonial, por el rigor de la misma, resultaron frágiles ante el incremento de la explotación en los trapiches e ingenios, haciéndose imprescindible la importación de la fuerza de trabajo que pudiera responder adecuadamente a las exigencias de estos establecimientos industriales.
Los primeros cañaverales fueron sembrados por indígenas y en el accionar de los primeros trapiches e ingenios la fuerza de trabajo indígena estuvo presente de manera preponderante. La generalidad de los personajes de la burocracia colonial española que incursionaron inicialmente en la producción de azúcar eran encomenderos, sin embargo, los historiadores dominicanos, regularmente obvian la participación de los indígenas en la industria azucarera.
Francisco Tostado, Alonzo Suazo, Melchor de Castro, Pero Vázquez de Mella, Esteban y Juan Bautista Justinian y Cristóbal Lebrón figuran entre las personas que tuvieron ingenios en los primeros años de la industria azucarera colonial, pero no están entre los que fueron favorecidos con el repartimiento de indígenas hecho por Rodrigo de Alburquerque en 1514.
«En los primeros años, la industria azucarera se desarrolló basada en el trabajo de los nativos, pero las rudas tareas a que éstos eran sometidos les fueron diezmando.
Juan Bosch, en su libro Conferencias y Artículos, pág. 66 publicado por la Editora Corripio, 3ra. Edición, Santo Domingo, 1985, señala que en una carta del 6 de Julio de 1520 Rodrigo de Figueroa le informa al rey de España Carlos V sobre la entrega de indios y dinero a varias personas para construir ingenios.
Un fragmento de la carta tratado en la Obra Idea del Valor de la Isla Española aparece reproducido por el propio Juan Bosch en composición social dominicana quien a seguidas del mismo refiere: «¿Quién dio esos indios y prestó ese dinero del rey? Los padres Jerónimo, que fueron los gobernantes de La Española hasta poco antes de que fuera nombrado gobernador el autor de esa carta».
El tránsito definitivo de sustitución de la fuerza de trabajo indígena en extinción por la del negro africano en condiciones de esclavitud estuvo determinado por la industria azucarera.
Antes de la construcción del trapiche de Gonzalo de Velosa en Nigua, al país habían sido introducidos por los conquistadores españoles algunos negros africanos ladinos que en condiciones de esclavitud realizaban tareas de servidumbre o domésticas. Estos, tras ser capturados en África, habían pasado cierto tiempo en Europa y conocían hábitos y costumbres de los españoles.
Las muestras de azúcar que envió Velosa a España les permitieron a las autoridades peninsulares visualizar que la industria azucarera podría resultar un medio apropiado para reorientar su empresa colonizadora en América.
Por ésta razón procedieron a dar facilidades para su expansión: otorgaron préstamos a través de sus máximos representantes en la colonia y permitieron la importación de esclavos de origen africano para el establecimiento de trapiches e ingenios. Estos esclavos denominados gelofes o bozales eran capturados en África y desde allí eran traídos directamente a América a ofrecer gratuita y forzosamente su fuerza de trabajo.
La introducción masiva de esclavos africanos constituyó un factor decisivo en él procesó de conformación de una cultura sincrética en el país ante el acelerado proceso de extinción de los indígenas que habían sido sometidos por los conquistadores españoles a condiciones de vida tan insoportables que precipitaban su muerte.
Nigua, al ser una de las localidades que tuvo mayor incidencia de la industria azucarera colonial, exhibe profusamente los rasgos predominantes de la presencia africana en nuestra cultura sincrética.
A partir del establecimiento del Ingenio San Gregorio, seguido del ingenio Diego Caballero, el peso demográfico de los negros de origen africano que ocupaban la posición de esclavos sometidos a despiadadas condiciones de explotación por su superioridad comenzaron a definir, con el conjunto de los esclavos importados, elementos culturales peculiares que, a través del tiempo son expresión del aporte de su cultura originaria africana a la cultura dominicana.